
El Yo.
El punto de partido es el yo. Su esencia es el agua. Ahora sólo es eficaz la claridad, la voluntad de cambiar. Es primordial una relación correcta con el yo, pues de él fluyen todas las relaciones correctas posibles con otros y con lo Divino.
Conservad la modestia… ése es el consejo del Oráculo. Sin importar cuán grandes sean vuestros méritos, sed amables, entregados y moderados, pues es así como se tiene una verdadera dirección en la vida.
Estad en el mundo pero no seáis de él. Pero no mostréis una actitud cerrada, estrecha o crítica; más bien, manteneros receptivos a los impulsos que fluyen de lo Divino interior y exterior. Esforzaros por llevar una vida ordinaria de un modo extraordinario. Recordad en todo momento qué es lo que llegará a ser y qué es lo que pasará, y centraos en aquello que permanece. Ahora no se os pide nada más.
Éste es un momento de crecimiento y rectificación importantes y, por regla, la rectificación precede al progreso. El campo se cultiva antes de plantar la semilla, el jardín se limpia antes de que las flores broten, y el yo debe conocer la quietud antes de poder descubrir su verdadera canción.
Éste no es el momento de buscar méritos por los logros ni centrarse en los resultados. Al contrario, conformaos con realizar vuestra tarea por la tarea en sí. Ahí radica el secreto de experimentar un verdadero presente.
Si tomáis la Runa del Yo y la cortáis por la mitad, veréis la Runa de la Alegría con su imagen reflejada. Aquí se observa una sutil advertencia contra el descuido. Se le exige al Yo equilibrar al yo.
Nada en exceso era la segunda frase escrita sobre la puerta del templo de Delfos. el primer consejo era Conócete a ti mismo. con estas palabras empieza el alfabeto de las runas.